
Fotograma de 'Miss Carbon', de Agustina Macri. 63l4u
El cine argentino resiste al tijeretazo de Milei con 'Miss Carbón' y 'Lo que quisimos ser' 5e3936
En la primera, Agustina Macri, hija del expresidente, nos cuenta la lucha de una mujer transexual minera. Por su parte, Alejandro Agresti estrena un romance en la edad madura. 6z2h6u
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De un pueblo minero en la Patagonia a un Buenos Aires elegante, intelectual y algo destartalado. Miss Carbón, ya en salas, y Lo que quisimos ser, que llega el próximo viernes, nos muestran dos realidades muy distintas de la siempre convulsa y fascinante Argentina sobrevolando el asunto de la identidad.
Por una parte, Miss Carbón, dirigida por Agustina Macri, narra la historia real de Carla Antonella Rodríguez (interpretada por Lux Pascal), la primera mujer transexual —y mujer a secas— que entró a trabajar en una mina, algo prohibido en parte por una superstición ancestral según la cual la presencia femenina traía mala suerte.
Dice la directora: "Lo interesante aquí es que es una mujer trans y, gracias a esa identidad, desarrolla un superpoder para 'hackear' el sistema. Porque si ella hubiese sido mujer desde el principio, no habría podido entrar nunca en la mina. Se infiltró con un documento masculino, y una vez que sale la ley de identidad de género, decide cambiarse el nombre y operarse. Entonces ahí es como que hay un punto de implosión del sistema desde dentro. El mismo sistema no sabe dónde ubicarla, porque es minera, pero es mujer, y ya no tiene un documento masculino, y tiene tetas".
Por la otra parte, Lo que quisimos ser, en la que Alejandro Agresti —director de la ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián El viento se llevó lo qué (1998), y de títulos como El sueño de Valentín (2002)— nos cuenta el insólito atisbo de romance entre dos cincuentones. Son "un hombre" (Luis Rubio) y "una mujer" (Eleonora Wexler), que, tras conocerse por casualidad a la salida del cine, comienzan a quedar todos los jueves.
La miga del asunto es que no solo no se revelarán sus verdaderos nombres: también inventan un juego por el cual se permiten simular haber tenido la vida que hubieran soñado. De esta manera, él se convierte en astronauta y ella, en escritora de novelas. Cuenta el director: "Hay una frase que dicen en El viento se llevó lo qué sobre que 'la realidad ha sido reemplazada por un simulacro'. Es una frase que repito en dos o tres películas, y que las conecta. Estas dos personas proponen ese juego de reemplazar la realidad por un simulacro, lo cual puede sonar un poco frío o truculento, pero viene de las mismas preocupaciones que arrastro".
Con perspectivas muy diferentes, la cuestión de la identidad subyace en ambos filmes. Carla, en Miss Carbón, es mujer porque quiere serlo, porque así se siente. Los protagonistas de Lo que quisimos ser también reclaman que quienes les hubiera gustado ser forma parte de quienes son. Dice Agresti: "Una buena pareja necesita dejar al otro ser quien sueña ser. Debe ayudarlo a compartir ese mundo y a creer en él. Si no, se desmorona. Piensa en la gente que es secuestrada, ¿qué harán en ese tiempo perdido contra una pared? Por eso esa persona, más allá de su situación, es. Y su situación puede ser terrible, pero por suerte tenemos la capacidad de imaginar y fantasear. Eso es lo que nos mantiene vivos. Uno es lo que es, y otra cosa es lo que a uno le pasa".
Ante la adversidad 4b2414
Ambas películas llegan a los cines en un momento delicado para el cine argentino. El gobierno de Javier Milei ha recortado de manera dramática los fondos del INCAA (el ICAA argentino), hasta el punto de que, según un informe presentado el pasado abril por el Espacio Audiovisual Nacional (EAN), en el último año se han aprobado "cero películas". Milei ha eliminado las subvenciones previas —que eran el pilar del sistema— por unas tímidas ayudas a posteriori en función de los resultados comerciales. El año pasado, el cine nacional en Argentina tocó suelo con un raquítico 2,6 % de cuota de taquilla.
En una situación muy difícil, tanto Macri como Agresti prefieren mostrarse conciliadores. Agustina Macri, además de directora de cine, es hija de Mauricio Macri, uno de los hombres más ricos de Argentina y presidente del país (por la derecha) entre 2015 y 2019. Dice la directora: "Siento que es una pena que una industria audiovisual como la argentina, que ha tardado tantos años en construirse, se derrumbe. Hace solo dos años estábamos nominados al Oscar con Argentina, 1985. El momento es muy doloroso y la solución es llegar a un equilibrio". Y remata, como buscando una salida de consenso: "Ahora mismo, es que no hay ni incentivos fiscales".
Dice Agresti: "Por un lado, este gobierno no entiende muy bien lo que es el arte. Está abocado a otras cosas. Está muy concentrado en la economía, y todo lo demás le da igual. Por otro lado, hubo cierto despilfarro o favoritismo en el Instituto de Cine. Muchos lugares que podrían haber servido para defender el arte gastaban el dinero reclutando a empleados istrativos. Y eso tampoco estaba bien. El INCAA llegó a dar unos 10 millones de euros en sus mejores tiempos, que es muy poco en comparación con España, y tenía más de mil empleados. Era un despropósito. Las dos cosas están mal. Por ambos lados".
Dos caras de una sociedad 4l3w29
En Miss Carbón vemos la dualidad de un pueblo minero. Por un lado, una fuerte cultura obrera de dignidad y solidaridad; por el otro, un machismo atroz basado en una superstición ancestral que impide incluso a las mujeres entrar en la mina. Dice Macri: "Necesitaba buscarle un poco de poesía, resaltar la belleza y tratar de lograr que haya una belleza impactante en un sitio mágico pero al mismo tiempo hostil. Es como esa mezcla entre la belleza y la hostilidad, que a veces uno cree que no van de la mano, pero van. Surgía una necesidad de encontrarle un poco de fantasía, con un código de fábula. Si se vuelve demasiado concreto y terrenal, y real, creo que también es difícil de tolerar".
Lo que quisimos ser es como ver una escena de First Dates repetida una y otra vez. El "hombre" y la "mujer" se reúnen todos los jueves, fabulan sus vidas, hablan de arte y literatura, pero aunque la química existe, el romance no termina de avanzar. "El romance en la edad adulta es más difícil, porque la vida te va, en cierta manera, desalentando a creer en ciertas cosas, a creer en ciertas purezas, ¿no? Hay gente que es optimista y otros que no lo somos tanto, y tratamos de sobrellevar eso. Pero la vida te va puliendo, te va socavando. Forma parte de crecer, y es parte de saber transformar eso. Consiste en buscar la forma de seguir creyendo o de recrear algo que has perdido".